VIH/SIDA

Virus que debilita al sistema inmunitario, dejándolo vulnerable a todo tipo de infecciones.

¿Qué es el virus de la inmunodeficiencia humana (VIH)?

El virus de la inmunodeficiencia humana (VIH) ataca al sistema inmunitario sumiendo al organismo en un estado de debilidad total ante otras posibles infecciones y contra determinados tipos de cáncer.

El estado de inmunodeficiencia se va produciendo de manera progresiva hasta que el sistema inmunitario ya no es capaz de combatir las infecciones nuevas originadas a raíz de la enfermedad y que se denominan «oportunistas» porque los agentes patógenos que las provocan aprovechan la debilidad del sistema para atacarlo.

El VIH es un virus que ataca al sistema inmunitario del ser humano dejándolo en un estado indefenso ante enfermedades de riesgo como otras posibles infecciones o algún tipo de cáncer.

El SIDA o síndrome de inmunodeficiencia adquirida es la fase más avanzada de alguna de las más de veinte infecciones oportunistas causadas por el virus VIH.

El VIH continúa siendo uno de los mayores problemas para la salud pública mundial. La OMS cifra en el 2016 aproximadamente 36,7 millones de personas infectadas en el mundo de las cuales, más de la mitad se encuentran en África. Aunque no se ha descubierto cura alguna para la infección, el tratamiento con antirretrovíricos (TAR) mantiene controlado el virus y ha logrado la prevención de la transmisión. Entre 2000 y 2016, el número de nuevas infecciones por el VIH se redujo en un 39% y las defunciones asociadas al virus disminuyeron en una tercera parte. Esto significa que, gracias al TAR, se han salvado 13,1 millones de vidas en ese periodo.

El VIH se transmite por intercambio de fluidos corporales, por ejemplo en las relaciones sexuales vaginales, anales o bucales sin protección; por el contacto con la sangre contaminada a través de jeringuillas, transfusiones, material quirúrgico o durante el parto. También hay riesgo de contagio en el embarazo y durante el periodo de lactancia.

No se transmite a través del contacto ordinario como el tacto, abrazos, besos o por compartir objetos cotidianos, alimentos o bebidas.

El VIH se transmite a través del intercambio de fluidos corporales como la sangre, la leche materna, el semen o las secreciones vaginales de una persona infectada a otra no infectada.

Los síntomas del VIH difieren según la fase en la que se encuentre la persona afectada y varían en función del paciente. Hay personas que a las pocas semanas de infectarse pueden sentir fiebre, cefalea, erupciones o dolor de garganta.

En fases graves y avanzadas como el síndrome de inmunodeficiencia adquirida (SIDA), la persona infectada puede presentar ganglios inflamados, pérdida significativa de peso, fiebre, diarrea y tos. Si no se someten a tratamiento, las infeccione más comunes que afectan a los pacientes con VIH son la tuberculosis, meningitis, infecciones bacterianas graves o cánceres como linfomas.

A las pocas semanas de infectarse el paciente puede sentir molestias parecidas a una gripe: fiebre, erupciones, dolor de cabeza o de garganta. En fases más avanzadas la infección puede provocar inflamación de los ganglios, pérdida de peso, diarrea o tos.

El diagnóstico se realiza con un análisis de sangre para detectar la presencia de anticuerpos luchando contra el VIH. Los resultados se obtienen en el mismo día. Es necesario realizar las pruebas una segunda vez en el caso de que de positivo para descartar posibles errores. Una vez ha sido diagnosticado, se debe iniciar el tratamiento lo antes posible para evitar cuanto antes un posible contagio.

El diagnóstico se realiza con un análisis de sangre para detectar la presencia de anticuerpos que son el indicador de que el virus está activo.

Hasta la fecha no se ha descubierto una cura para el VIH pero existe un tratamiento con antirretrovíricos (antivíricos específicos para combatir el VIH) que mantienen a raya al virus controlando su transmisión y garantizando que la persona infectada pueda llevar una vida saludable y larga.

Actualmente la OMS recomienda que todas las personas infectadas por el VIH y aquellas que corren riesgos considerables reciban tratamiento.

No existe cura pero sí un tratamiento específico que impide el desarrollo del virus en el organismo evitando contraer enfermedades más graves y garantizando la vida saludable del paciente.

Si no se administra tratamiento la mayoría de los infectados por el VIH presentarán signos de enfermedad graves al cabo de 5 a 10 años, aunque el periodo puede ser más breve.

El SIDA es la fase más grave que puede producir la infección por VIH y el tiempo que transcurre entre el contagio y su desarrollo puede variar entre 10 y 15 años, a veces más.

A menudo los pacientes requieren orientación y apoyo psicosocial.

Si no se sigue un tratamiento adecuado la infección por VIH presentará signos graves, sin embargo, con un tratamiento preciso el paciente puede llevar una vida normal aunque a menudo requieran de orientación y apoyo psicosocial.

  • Utilizar el preservativo tanto masculino como femenino en las relaciones sexuales. El preservativo es un método de eficacia probada.
  • Realizar las pruebas de detección: es importante que todas las personas que estén en grupos de riesgo de contraer el virus (personas que mantengan prácticas sexuales sin protección, estén en contacto con jeringuillas o trabajen en entornos hospitalarios con alto riesgo de contagio) se hagan las pruebas de diagnóstico. Cuanto antes se conozca su estado con respecto al virus antes se podrá iniciar un tratamiento que impida el contagio a otras personas y el avance de la enfermedad.
  • Las parejas de las personas infectadas también deben realizarse las pruebas de detección y recibir asesoramiento.
  • Someterse a tratamiento con antrirretrovíricos (TAR): si la persona está infectada reduce en un 96% el riesgo de contagiar a la pareja en las relaciones sexuales.
  • Profilaxis con antirretrovíricos: las personas no infectadas deberían tomar dosis de medicamento antes o después de una exposición de riesgo. También las madres embarazadas durante la gestación y lactancia y los niños pequeños cuando tienen padres infectados.

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